“Y nos habíamos levantado y habíamos ido por millares al «chocho de marzo». Habíamos tomado las calles y las noches y París se había convertido en un aquelarre de tecnobrujas empoderadas, perseguidas por la policía. Nunca una marcha había sido tan bella: las abuelas y las nietas, las maricas y las heteras disidentes, las lesbianas y las trans, las afroeuropeas y los pálidos, las sillas de ruedas y las manos que hablan, las butchs y los trans, las migrantes y las proletarias. Ya no se trataba únicamente de saber si podíamos ir o no ir a las películas de Polanski, estábamos hablando de hacer la revolución”.
Paul B. Preciado. Dysphoria mundi (pàg.509).
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